Cargando mochilas, bolsos y valijas los peregrinos recorren la ciudad contagiando entusiasmo. Son, en su mayoría, jóvenes. Ayer al mediodía inundaron plazas, calles y templos, ávidos por descubrir los tesoros del Tucumán histórico y las marcas identitarias de nuestra sociedad. Mientras en la plaza Yrigoyen tocaba una banda de música y un grupo de fieles seguía el ritmo batiendo palmas, frente al club Natación y Gimnasia se improvisaban las primeras guitarreadas y el mate viajaba de mano en mano. Los ómnibus empezaron a circular ornamentados con banderas. Al parque 9 de Julio le dieron una lavada de cara, en especial sobre las avenidas Benjamín Aráoz y Soldati. Es el saludable viento de cola que sopla de la mano de encuentros de envergadura. Razones de sobra para entender la trascendencia de un Congreso Eucarístico.
La lectura política que hizo el gobernador quedó reflejada en sus movimientos. Desde el domingo pasado Juan Manzur viene transitando la provincia, ya que decidió encabezar en vivo y en directo la recepción de las imágenes, que “entraron” a Tucumán desde Santiago del Estero, Salta y Catamarca. En los periplos lo siguieron el vicegobernador, miembros del gabinete y el presidente de la Corte Suprema. Manzur -que es cristiano maronita- se identificó con la devoción popular y así lo vieron los vecinos de Garmendia, Trancas y La Cocha. El jueves le dio la bienvenida en el aeropuerto al enviado del Papa, Giovanni Re. El involucramiento del Gobierno con el Congreso es absoluto, no sólo en los distintos niveles organizativos.
Claro que no hay caminos exentos de espinas. “No puedo entregar un plan anticipado de corte de calles. No me dieron precisiones sobre los actos”, le dijo un alto funcionario de la Municipalidad a LA GACETA. Entonces, decisiones claves sobre la vida urbana debieron tomarse sobre la marcha. En esta clase de situaciones los resultados nunca son simpáticos: derivan, inevitablemente, en un caos de tránsito. Afortunadamente -o tal vez en este caso pueda hablarse de alguna ayuda divina- hoy es feriado nacional y le sigue un fin de semana extralargo.
Mayor fue la improvisación del Ministerio de Educación, que a media mañana decretó asueto en las escuelas públicas de la capital... a partir de las 14. Sin comentarios.
En cambio, lo del equipo de comunicación del Congreso fue, directamente, un error grosero cuya espuma subió con la potencia de un oleaje. Tal es el poder de las redes sociales. ¿A quién puede ocurrírsele que sólo puedan ingresar varones a una cobertura periodística? ¿Nadie se tomó dos segundos para pensar lo que estaban comunicando? Para peor, borraron con el codo el tuit en el que se escudaban en supuestas “órdenes episcopales” para decidir quién podía trabajar y quién no. La metida de pata se tradujo en una denuncia en el Inadi y en la viralización de un tema que hasta provocó debates -mejor dicho, unánimes rechazos- en múltiples ámbitos. Por ejemplo, en el Foro de Periodismo Argentino (Fopea). Como es habitual, la “aclaración” llegó tarde y fluctuó entre echarle la culpa a los encargados de Protocolo y Seguridad y a una “interpretación equivocada” de los organizadores. Moraleja: hay áreas, como la de comunicación, que exigen los máximos niveles de profesionalismo.
Como es habitual, lo más jugoso se escucha en pasillos, bambalinas y cenas. Es la norma de los congresos, cualquiera sea su naturaleza. Los tironeos entre la Santa Sede y la Casa Rosada son trending topic en cada corrillo, en los que no faltan los pesos pesados de la Iglesia. De lo que dice, hace y -sobre todo- ordena Francisco se habla largo y tendido. Lo interesante es que Tucumán congregó a sus hombres más cercanos, como el rector de la UCA, Víctor Fernández, y el cardenal Mario Poli; a la plana mayor de la Conferencia Episcopal, con monseñor José María Arancedo a la cabeza; y quienes se identifican con los sectores conservadores, como el arzobispo de La Plata, Héctor Aguer. Entre todos, llegado desde las entrañas de El Vaticano, se mueve el cardenal Re.
Entre hoy mañana deliberarán los congresistas. Los talleres están estructurados sobre 18 temas, que abarcan, entre otras, miradas sobre familia, pastoral social, misioneros, salud, educación, arte, juventud, catequesis, ecumenismo... La elaboración de conclusiones y documentos se aguarda con interés. Esa producción intelectual es uno de los indicadores que marcará la calidad del Congreso. Si es por el fervor de los participantes y por la demostración de fe de la que hacen gala, el inicio fue esperanzador. Mientras, Tucumán hace lo posible por mantenerse a la altura del desafío.